En un anterior post hablamos sobre lo complicado que es ser adolescente en el contexto de la pandemia COVID-19. Una etapa de transición con importantes cambios a nivel físico y psicológico y de una mayor vulnerabilidad ante problemas de salud mental.

Como indica Pepa Horno en una reciente entrevista, se perdieron dos condiciones que son necesarias en la adolescencia. Por un lado, la socialización en grupo (tan importante en la formación de la identidad personal en esta edad), incluyendo las primeras relaciones afectivo-sexuales y por otro lado, la gestión autónoma de su ocio.

La salud mental de la adolescencia en cifras 

En términos de salud mental, la adolescencia es una etapa crucial. Según datos de la OMS la mitad de los problemas de salud mental comienzan a los 14 años o antes. Se estima que entre el 10% y el 20% de la población en este grupo de edad experimentan problemas de salud mental, pero estos no se diagnostican ni se tratan adecuadamente. La depresión es una de las principales causas de enfermedad y discapacidad y el suicidio se sitúa en la tercera causa de muerte para la juventud entre los 15 y 19 años.

Ya en mayo del pasado año, la Fundación ANAR señalaba que la ideación e intentos de suicidio habían sido uno de los problemas que más se habían incrementado durante el confinamiento, pasando del 1,9% de media en el 2019 a un 8% de media durante ese periodo del 2020.

En un reciente congreso de la Asociación Española de Pediatría, se hacía referencia a un estudio del Hospital Sant Joan de Deu de Barcelona. Observaron un incremento del 50% en las urgencias pediátricas por problemas de salud mental y hasta cuatro veces más ingresos en las unidades de psiquiatría infantil que antes de la pandemia.

No abordar los problemas de salud mental en la adolescencia tiene consecuencias que se extienden a la edad adulta, afectando a la salud y limitando las oportunidades de crecimiento.

¿Qué puedo hacer como padre o madre?

Es importante contextualizar las reacciones, discriminando lo que son reacciones emocionales normales, y no psicologizar lo que es adaptativo.

Algunos consejos que pueden ayudar:

• En primer lugar, proporcionarles la confianza de expresar lo que siente. Ayudarles a aceptar lo que están sintiendo, que sepa que es normal sentirse como se siente ante la situación excepcional por la que está pasando.

• Permitirle estar y comunicarse con su grupo de iguales. En esta etapa son su principal referencia. Mostrar interés por sus intereses, aficiones y amistades, sin emitir juicios de valor, puede ayudar.

• Aceptar que prefiera ventilar con su red de amistades antes que contigo. Lo importante es mostrar disponibilidad y disposición cuando la demanden.

• Responder a sus necesidades de manera paciente, ofreciendo contención, con escucha activa y transmitiéndoles seguridad. La adolescencia es una etapa de múltiples cambios, especialmente sensible y reactiva. Sentir que siempre está de mal humor y saltar a la mínima es habitual.

• La comunicación es un proceso de doble vía, por lo que es aconsejable compartir preocupaciones, miedos e inquietudes para servir de modelo.

• Ofrecer un modelado positivo: Identificar, reconocer y verbalizar las propias emociones.

• No minimizar sus preocupaciones. Su (aparente) indiferencia (principalmente de ellos) suele ser un mecanismo de defensa ante una situación que no saben cómo gestionar.

• Empatizar y validar sus emociones, poniéndoles nombre: Miedo, inseguridad, soledad, etc.

• Que muestre alguna sintomatología no está reñido con ser exigente y poner límites sin obviar, en lo general, la etapa vital en la que se encuentra y en lo particular, el contexto actual de pandemia.

• Positivizar la queja. Puede ser de ayuda, por ejemplo decir: “me gusta más cuando hablas de forma tranquila porque me ayuda a comprenderte mejor”, en vez de decir: “estás todo el día alterado/a, gritando, de mal humor…”

• Por último, y no menos importante: el autocuidado. Existe una correlación intergeneracional en cuanto a ansiedad y malestar se refiere.