
El pasado 14 de octubre, acudimos al curso taller: “transformando relaciones y construyendo comunidades: introducción a las prácticas restaurativas y círculos restaurativos”, organizado por la Comisión Intersectorial de Mediación del Colexio Oficial de Psicoloxía de Galicia e impartido por Jean Joseph Schmitz, consultor-formador internacional en el ámbito de la justicia y las prácticas restaurativas.
El objetivo general del curso-taller era conocer y asimilar los conceptos de “justicia restaurativa”, “prácticas restaurativas” y su aplicación en la vida personal y profesional.
Cuestiones técnicas a un lado, lo vivido y experienciado, sin duda alguna, ha ensanchado nuestro imaginario; enfocando lo común, comunitario y relacional y recordándonos que vivimos en comunidad, no de manera aislada; que nos definimos, somos y estamos en constante relación. Así es como vamos avanzando en nuestro proceso identitario y desarrollando el sentido de pertenencia.
El conflicto como parte de la convivencia.
Si esto estuviese lo suficientemente nutrido (tristemente queda mucho por hacer al respecto), se humanizarían todos los procesos en los que participamos, incluso los más conflictivos. Entenderíamos el conflicto como algo diferente a combate, transcendiendo la dimensión de ganar-perder. Lo veríamos como algo intrínseco a la convivencia, sin catalogarlo necesariamente como negativo.
Se establecerían la empatía, el respeto y el diálogo como pilares fundamentales. Muchas cosas cambiarían. Se activarían dinámicas conducentes a dar respuesta a las necesidades humanas, a reparar el daño causado, a comprender las consecuencias de las (malas)acciones, se asumirían responsabilidades por el pasado, sin perder de vista el presente y el futuro donde continúa la vida en comunidad, todas las voces serían escuchadas porque todas ellas tienen algo que aportar… se imaginan? Aquí no podemos verlo de otro modo, atisbamos tantas posibilidades de cambio y transformación…
El poso que nos dejó es intenso: adoptar posiciones, en lo personal y relacional, que nos lleven a estar CON y no CONTRA o PARA. El paisaje que emerge de estas premisas, nutre la humildad y la colaboración, algo que consideramos indispensable para la vida misma y, por supuesto, para una profesión como la nuestra.
Las prácticas restaurativas.
Como expuso Jean, citando a Mark Vander Vennen: “la práctica restaurativa es una manera de pensar y ser, enfocada en desarrollar espacios seguros para verdaderas conversaciones que profundizan las relaciones y que construyen comunidades más conectadas y más fuertes”.
Las prácticas restaurativas son espacios de diálogo en los que gestionar conflictos y tensiones. Se basan en la asunción de responsabilidades, la reparación del daño y la restauración de las relaciones. En su desarrollo, es fundamental la participación activa de todas las personas presentes (víctimas y victimarias), así como de la comunidad. Aunque comúnmente se asocian al ámbito penal, también tienen cabida en el ámbito comunitario, educativo, familiar y laboral.
Proceder de esta manera nos otorgaría más humanidad, llevándonos a priorizar lo preventivo, convivencial y relacional frente a lo punitivo, combativo e individual. Así, sin duda alguna, serían otras las relaciones, las preguntas, las respuestas y, en definitiva, las consecuencias. Daríamos el lugar que corresponde a las relaciones y a la comunidad que es donde, en realidad, todo ocurre, incluso lo personal.
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